domingo, 18 de octubre de 2009

Calderón y los Sindicatos


(Por si no me lo publican...)

La extinción de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro (LFC) decretada por Felipe Calderón el pasado fin de semana ha generado opiniones encontradas. Gracias al papel de algunos medios, impera una percepción peligrosamente simplista sobre los Sindicatos. En estos días he leído expresiones sobre el “anacronismo” de estas organizaciones que para algunos son sinónimo de ineficiencia y corrupción. Ergo, “la solución es que deben desaparecer”. Sin embargo, por el bien de nuestros bolsillos y de nuestra inteligencia (no para defender a Martín Esparza y al Sindicato Mexicano de Electricistas (SME), sino para dimensionar la noticia nacional más importante en estos momentos), es preciso hacer algunas aclaraciones respecto a las recientes acciones del gobierno Federal.

En primer lugar, hay que aclarar que la degeneración de los Sindicatos en México no se traduce en un anacronismo de su esencia principal. Es decir, el ideal del Sindicato como protector de Derechos de los trabajadores no es una idea trasnochada o pasada de moda. Al contrario, está más vigente que nunca y dicho ideal se mantiene en las más respetables instituciones internacionales en materia laboral (como la Organización Internacional del Trabajo). La solución no es eliminar a los Sindicatos, sino hacer que funcionen de acuerdo a sus ideales.

La idea de reformar a los sindicatos es mucho más compleja que la propuesta de desaparecerlos, coartarlos y/o controlarlos mediante dirigentes a modo (acción que agradaría a muchos empresarios bajo el argumento, abstracto, de que aumentaría la productividad del país. Sin embargo, hay otros modos de ser productivos y, cito a Habermas, “hay que revisar todo el programa de desenfrenado sometimiento del mundo vital a los imperativos del mercado”. Es decir, la productividad no lo es TODO cuando existe el peligro de la sobreexplotación y miseria). Esto cobra mayor importancia a la hora de hablar, por ejemplo, de una reforma laboral pendiente; que para algunos sectores es sinónimo de “reglas más flexibles respecto a los derechos de los trabajadores”. Volviendo al tema sindical (la reforma laboral será motivo para abordar con más tiempo e información), analizar los argumentos del SME y de Calderón respecto a la extinción de LFC es un ejercicio mental obligatorio.

Calderón – mediante el Secretario del Trabajo Javier Lozano Alarcón – utilizó el argumento de la corrupción en la elección sindical para no reconocer la dirigencia de Martín Esparza y posteriormente decretar la extinción de LFC. Es acertado luchar contra la corrupción en los sindicatos (y contra el corporativismo, los privilegios, los cacicazgos, el autoritarismo, la falta de transparencia, la discrecionalidad y otro mundo de vicios que existen en estos organismos). Sin embargo, al hablar de corrupción y – posteriormente – de ineficiencia en el servicio de Luz y Fuerza del Centro, se pierde la credibilidad del gobierno porque “no se mide a otros sindicatos con la misma vara”.

Es difícil creer que la decisión fue “para mejorar el servicio de LFC” porque el gobierno no acusa a Sindicatos “a modo” que causan un mayor daño que la aparente ineficacia del SME: Me refiero al Sindicato de PEMEX y al Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) dirigido por Elba Esther Gordillo. ¿Por qué no hay decretos para estos sindicatos? No para desaparecerlos (como se intenta con el SME, esa no es la solución), sino para reformarlos y democratizarlos; hacer que rindan cuentas o que al menos respondan a las demandas y necesidades de sus miembros y no de sus dirigentes privilegiados. Calderón ataca a los Sindicatos discrecionalmente. Y esto hace pensar en los argumentos que Martín Esparza mencionó en entrevista con la Revista Proceso (1719), los cuales, de ser ciertos, conciernen a nuestra inteligencia y a nuestros bolsillos.

El líder Sindical apoyado por AMLO menciona que el gobierno pretende acabar con LFC “para apropiarse de una red de más de mil kilómetros de fibra óptica” (Proceso 1719) que les hubiera permitido – de haber obtenido la concesión que solicitaron al Gobierno Federal el pasado junio – participar y abaratar el costo en el servicio de Cable, Teléfono e Internet, con lo que LFC y el SME se hubieran convertido en competencia real para Telmex o Cablevisión. Sin embargo, en lugar de la concesión – para la cual cumplieron los 40 requisitos exigidos para otorgar un título de esa naturaleza – la dirigencia no fue reconocida y la compañía fue eliminada (¿porque pretendía ofrecer precios más bajos en el llamado Triple Play?)

Quizás AMLO se equivoque al apoyar al SME incondicionalmente sin señalar sus prácticas negativas (como lo ha señalado Denisse Dresser). Sin embargo, concierne a todos la posibilidad de que este embate haya sido para proteger intereses de grandes empresarios en detrimento de precios más bajos para nosotros. Y peor aún, la acusación de que LFC es una factura que Calderón tenía pendiente con grupos empresariales que le ayudaron a “ganar” las elecciones parecería sospechosamente cierta, si el embate a los Sindicatos se reduce a los electricistas y no señala al SNTE y a PEMEX.

Por ahora, las mesas de “negociación” entre el Gobierno y el SME no consideran que se eche para atrás la decisión, sigue la millonaria liquidación de los trabajadores (otro detalle que no ayuda a la economía y demuestra lo errado de las acciones del ejecutivo), las marchas, las muestras de apoyo internacional de otros Sindicatos, la posible privatización de LFC (ya sea directa, o mediante la compra de energía que la CFE no alcanza a generar para cubrir la demanda). ¿Y nosotros? Creyendo que los sindicatos deben desaparecer cuando somos los debemos exigir que funcionen.