“(Quizá) Comienza de la nada. Tal vez de la charla o de un primer vistazo…
A veces es un mal entendido afortunado; uno sonríe por alguna cosa y otro(a) lo interpreta, se pregunta, decide: Sigue o lo corta. Y el primero (si es que el segundo captó, decidió y entró) cree que es el otro quien ha comenzado. ¡Qué maravilla!
A veces es (bien o mal) intencionado.
Como la razón – a veces no tiene que ver con ella pero –, esa sutileza (cuando la hay) me parece que nos hace humanos, nos diferencia de los animales (que ladran, braman, bufan, graznan, ululan, cacarean, maúllan, croan y más… para conseguir algo parecido. Bueno, depende.).
Vuelvo a la sutileza porque me sorprende. Les digo; no veo a ningún león mirando los ojos de la leona y sonriendo estratégicamente para expresar el interés (sexual, emocional, casual, real). Tampoco los chimpancés platican horas en una fiesta subiendo el tono íntimo de las preguntas y los temas, no compran tragos, no escriben mensajes de texto con perspicacia, no hacen preguntas obvias a quienes vienen contigo en la fiesta, etc.
A veces no somos tan sutiles… Pero en verdad ningún animal señala tu pecho y dice “¿mira, que tienes ahí?” para alzar su dedo y tallarlo estúpidamente en tu nariz mientras miras hacia abajo”.
Podría seguir por horas…
A veces es un mal entendido afortunado; uno sonríe por alguna cosa y otro(a) lo interpreta, se pregunta, decide: Sigue o lo corta. Y el primero (si es que el segundo captó, decidió y entró) cree que es el otro quien ha comenzado. ¡Qué maravilla!
A veces es (bien o mal) intencionado.
Como la razón – a veces no tiene que ver con ella pero –, esa sutileza (cuando la hay) me parece que nos hace humanos, nos diferencia de los animales (que ladran, braman, bufan, graznan, ululan, cacarean, maúllan, croan y más… para conseguir algo parecido. Bueno, depende.).
Vuelvo a la sutileza porque me sorprende. Les digo; no veo a ningún león mirando los ojos de la leona y sonriendo estratégicamente para expresar el interés (sexual, emocional, casual, real). Tampoco los chimpancés platican horas en una fiesta subiendo el tono íntimo de las preguntas y los temas, no compran tragos, no escriben mensajes de texto con perspicacia, no hacen preguntas obvias a quienes vienen contigo en la fiesta, etc.
A veces no somos tan sutiles… Pero en verdad ningún animal señala tu pecho y dice “¿mira, que tienes ahí?” para alzar su dedo y tallarlo estúpidamente en tu nariz mientras miras hacia abajo”.
Podría seguir por horas…